¿QUÉ ES EL MIEDO?
El miedo es una emoción, una respuesta de nuestro organismo que se produce cuando percibimos un peligro.
Los peligros que originan esta respuesta pueden ser reales o imaginarios. El miedo real es proporcional a la amenaza, es adaptativo y cumple una función de supervivencia ya que nos ayuda a enfrentarnos al peligro o huir de él.
Hay ocasiones en las que el miedo es desproporcionado a la amenaza y no responde a ningún peligro real.
Estos miedos producidos por estímulos imaginarios son muy frecuentes en niños. Su importancia se ha subestimado en muchas ocasiones alegando que son transitorios, leves y evolutivos, sin embargo producen un enorme sufrimiento tanto en los niños como en los padres.
Debemos diferenciar cuáles son evolutivos y leves y remitirán con la edad y cuáles son fobias y requieren tratamiento por parte de un profesional de la psicología.
TIPOS DE MIEDOS INFANTILES
Los estudios empíricos hallan cinco tipos de miedos infantiles:
- Al fracaso y la crítica: fobia social.
- A lo desconocido: la oscuridad, seres fantásticos, tormentas, lugares cerrados.
- Miedo a los animales y pequeñas heridas.
- A la muerte o el peligro: fuego, terremotos, no poder respirar, ladrones.
- Miedos médicos: Fobia sangre-inyecciones.
EVOLUCIÓN DE LOS MIEDOS
En cada fase del desarrollo se dan con mayor frecuencia un tipo de miedos u otros. Debemos tener en cuenta en qué fase se encuentra al niño para saber si puede tratarse de un miedo evolutivo y transitorio.
Primera infancia (Del nacimiento a 2,5 años): Alrededor de los 6 meses comienza a darse miedo ante los extraños, miedo a las alturas, así como ansiedad de separación ante la figura de apego. También empiezan a surgir miedos relacionados con ruidos fuertes o con pequeños animales.
Etapa preescolar (2,5 a 6 años): Puesto que aumenta la capacidad de los niños, también pueden incrementarse los estímulos que generan miedo. Ahora aparecen monstruos, seres fantásticos, la oscuridad y los fantasmas. Es la etapa en la que empiezan a desarrollarse la mayoría de los miedos y algunos pueden durar hasta la edad adulta.
De 6 a 11 años: Los niños empiezan a ser capaces de distinguir lo real de lo imaginario. Los temores más significativos son ahora al peligro o daño físico, y los miedos médicos. También pueden aparecer fobias sociales (crítica, fracaso...)
Preadolescencia: Toman mayor importancia los miedos sociales, así como los derivados del cambio de imagen que se produce en este período.
Adolescencia: Se mantienen los de la etapa anterior y cobran importancia los que tienen que ver con las relaciones personales, el rendimiento, el reconocimiento... El miedo relacionado con el peligro y la muerte disminuye. En ocasiones incluso sienten la necesidad de probarse ante condiciones de riesgo como forma de autoafirmarse.
CÓMO SE ADQUIEREN LOS MIEDOS
Observación: Los niños observan en sus padres cómo comportarse y qué reacciones tener ante situaciones novedosas. Si la reacción de los padres es de miedo o ansiedad, los niños aprenden a través del modelo que tienen.
Condicionamiento: Por asociación entre estímulos. Por ejemplo, al comer palomitas recuerdan una película que les dio miedo porque lo asociaron al verla.
Aprendizaje directo: Han vivido directamente la situación que les produce miedo.
Instrucciones verbales: Depende de qué información se da y quién la da. En la adolescencia es frecuente creer más a los amigos que a los propios padres.
Es por estas razones que debemos evitar en la medida de lo posible que los niños vivan situaciones de peleas, malos tratos o circunstancias que puedan tener gran impacto emocional. También es aconsejable que no vean películas o programas inadecuados a su edad ya que quizá aún no saben diferenciar la realidad de la ficción de forma correcta.
¿QUÉ HACER?
1- No obligar al niño a hacer aquello que teme. Tenemos que preparar un plan donde se aproxime de forma gradual, premiando los pequeños pasos y sin dar importancia a los retrocesos.
2- Vivir la situación con normalidad. Si nosotros estamos angustiados por la situación, hacemos de modelos del niño y aprende nuestras conductas de preocupación.
3- Actuar nosotros como modelos positivos, realizando la conducta a la que tiene miedo. Si el modelo es de la misma edad que el niño es más eficaz.
4- Evitar situaciones, juegos o películas violentas o de miedo. No hay que sobreproteger al niño, ya que el miedo forma parte de la vida pero su introducción y aceptación se debe hacer de forma paulatina y con la ayuda de los padres.
5- Utilizar técnicas de relajación adecuadas a la edad del niño
6- No castigar, reírse ni ridiculizar por sus miedos
Si los miedos llegan a afectar al funcionamiento general del niño en casa, en el colegio o en otros ámbitos, pueden ser tratados por un psicólogo mediante técnicas como la Imaginación Emotiva o la Desensibilización Sistemática.
El miedo es una emoción, una respuesta de nuestro organismo que se produce cuando percibimos un peligro.
Los peligros que originan esta respuesta pueden ser reales o imaginarios. El miedo real es proporcional a la amenaza, es adaptativo y cumple una función de supervivencia ya que nos ayuda a enfrentarnos al peligro o huir de él.
Hay ocasiones en las que el miedo es desproporcionado a la amenaza y no responde a ningún peligro real.
Estos miedos producidos por estímulos imaginarios son muy frecuentes en niños. Su importancia se ha subestimado en muchas ocasiones alegando que son transitorios, leves y evolutivos, sin embargo producen un enorme sufrimiento tanto en los niños como en los padres.
Debemos diferenciar cuáles son evolutivos y leves y remitirán con la edad y cuáles son fobias y requieren tratamiento por parte de un profesional de la psicología.
TIPOS DE MIEDOS INFANTILES
Los estudios empíricos hallan cinco tipos de miedos infantiles:
- Al fracaso y la crítica: fobia social.
- A lo desconocido: la oscuridad, seres fantásticos, tormentas, lugares cerrados.
- Miedo a los animales y pequeñas heridas.
- A la muerte o el peligro: fuego, terremotos, no poder respirar, ladrones.
- Miedos médicos: Fobia sangre-inyecciones.
EVOLUCIÓN DE LOS MIEDOS
En cada fase del desarrollo se dan con mayor frecuencia un tipo de miedos u otros. Debemos tener en cuenta en qué fase se encuentra al niño para saber si puede tratarse de un miedo evolutivo y transitorio.
Primera infancia (Del nacimiento a 2,5 años): Alrededor de los 6 meses comienza a darse miedo ante los extraños, miedo a las alturas, así como ansiedad de separación ante la figura de apego. También empiezan a surgir miedos relacionados con ruidos fuertes o con pequeños animales.
Etapa preescolar (2,5 a 6 años): Puesto que aumenta la capacidad de los niños, también pueden incrementarse los estímulos que generan miedo. Ahora aparecen monstruos, seres fantásticos, la oscuridad y los fantasmas. Es la etapa en la que empiezan a desarrollarse la mayoría de los miedos y algunos pueden durar hasta la edad adulta.
De 6 a 11 años: Los niños empiezan a ser capaces de distinguir lo real de lo imaginario. Los temores más significativos son ahora al peligro o daño físico, y los miedos médicos. También pueden aparecer fobias sociales (crítica, fracaso...)
Preadolescencia: Toman mayor importancia los miedos sociales, así como los derivados del cambio de imagen que se produce en este período.
Adolescencia: Se mantienen los de la etapa anterior y cobran importancia los que tienen que ver con las relaciones personales, el rendimiento, el reconocimiento... El miedo relacionado con el peligro y la muerte disminuye. En ocasiones incluso sienten la necesidad de probarse ante condiciones de riesgo como forma de autoafirmarse.
CÓMO SE ADQUIEREN LOS MIEDOS
Observación: Los niños observan en sus padres cómo comportarse y qué reacciones tener ante situaciones novedosas. Si la reacción de los padres es de miedo o ansiedad, los niños aprenden a través del modelo que tienen.
Condicionamiento: Por asociación entre estímulos. Por ejemplo, al comer palomitas recuerdan una película que les dio miedo porque lo asociaron al verla.
Aprendizaje directo: Han vivido directamente la situación que les produce miedo.
Instrucciones verbales: Depende de qué información se da y quién la da. En la adolescencia es frecuente creer más a los amigos que a los propios padres.
Es por estas razones que debemos evitar en la medida de lo posible que los niños vivan situaciones de peleas, malos tratos o circunstancias que puedan tener gran impacto emocional. También es aconsejable que no vean películas o programas inadecuados a su edad ya que quizá aún no saben diferenciar la realidad de la ficción de forma correcta.
¿QUÉ HACER?
1- No obligar al niño a hacer aquello que teme. Tenemos que preparar un plan donde se aproxime de forma gradual, premiando los pequeños pasos y sin dar importancia a los retrocesos.
2- Vivir la situación con normalidad. Si nosotros estamos angustiados por la situación, hacemos de modelos del niño y aprende nuestras conductas de preocupación.
3- Actuar nosotros como modelos positivos, realizando la conducta a la que tiene miedo. Si el modelo es de la misma edad que el niño es más eficaz.
4- Evitar situaciones, juegos o películas violentas o de miedo. No hay que sobreproteger al niño, ya que el miedo forma parte de la vida pero su introducción y aceptación se debe hacer de forma paulatina y con la ayuda de los padres.
5- Utilizar técnicas de relajación adecuadas a la edad del niño
6- No castigar, reírse ni ridiculizar por sus miedos
Si los miedos llegan a afectar al funcionamiento general del niño en casa, en el colegio o en otros ámbitos, pueden ser tratados por un psicólogo mediante técnicas como la Imaginación Emotiva o la Desensibilización Sistemática.
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