MÚSICA Y PSICOLOGÍA

martes, 5 de agosto de 2014

MIEDOS INFANTILES

¿QUÉ ES EL MIEDO?


El miedo es una emoción, una respuesta de nuestro organismo que se produce cuando percibimos un peligro.
Los peligros que originan esta respuesta pueden ser reales o imaginarios. El miedo real es proporcional a la amenaza, es adaptativo y cumple una función de supervivencia ya que nos ayuda a enfrentarnos al peligro o huir de él.
Hay ocasiones en las que el miedo es desproporcionado a la amenaza y  no responde a ningún peligro real.
Estos miedos producidos por estímulos imaginarios son muy frecuentes en niños. Su importancia se ha subestimado en muchas ocasiones alegando que son transitorios, leves y evolutivos, sin embargo producen un enorme sufrimiento tanto en los niños como en los padres.
Debemos diferenciar cuáles son evolutivos y leves y remitirán con la edad y cuáles son fobias y requieren tratamiento por parte de un profesional de la psicología.


TIPOS DE MIEDOS INFANTILES

Los estudios empíricos hallan cinco tipos de miedos infantiles:
- Al fracaso y la crítica: fobia social.
- A lo desconocido: la oscuridad, seres fantásticos, tormentas, lugares cerrados.
- Miedo a los animales y pequeñas heridas.
- A la muerte o el peligro: fuego, terremotos, no poder respirar, ladrones.
- Miedos médicos: Fobia sangre-inyecciones.


EVOLUCIÓN DE LOS MIEDOS

En cada fase del desarrollo se dan con mayor frecuencia un tipo de miedos u otros. Debemos tener en cuenta en qué fase se encuentra al niño para saber si puede tratarse de un miedo evolutivo y transitorio. 
Primera infancia (Del nacimiento a 2,5 años): Alrededor de los 6 meses comienza a darse miedo ante los extraños, miedo a las alturas, así como ansiedad de separación ante la figura de apego. También empiezan a surgir miedos relacionados con ruidos fuertes o con pequeños animales.
Etapa preescolar (2,5 a 6 años): Puesto que aumenta la capacidad de los niños, también pueden incrementarse los estímulos que generan miedo. Ahora aparecen monstruos, seres fantásticos, la oscuridad y los fantasmas. Es la etapa en la que empiezan a desarrollarse la mayoría de los miedos y algunos pueden durar hasta la edad adulta. 
De 6 a 11 años: Los niños empiezan a ser capaces de distinguir lo real de lo imaginario. Los temores más significativos son ahora al peligro o daño físico, y los miedos médicos. También pueden aparecer fobias sociales (crítica, fracaso...)
Preadolescencia: Toman mayor importancia los miedos sociales, así como los derivados del cambio de imagen que se produce en este período. 
Adolescencia: Se mantienen los de la etapa anterior y cobran importancia los que tienen que ver con las relaciones personales, el rendimiento, el reconocimiento... El miedo relacionado con el peligro y la muerte disminuye. En ocasiones incluso sienten la necesidad de probarse ante condiciones de riesgo como forma de autoafirmarse.


CÓMO SE ADQUIEREN LOS MIEDOS

Observación: Los niños observan en sus padres cómo comportarse y qué reacciones tener ante situaciones novedosas. Si la reacción de los padres es de miedo o ansiedad, los niños aprenden a través del modelo que tienen.
Condicionamiento: Por asociación entre estímulos. Por ejemplo, al comer palomitas recuerdan una película que les dio miedo porque lo asociaron al verla.
Aprendizaje directo: Han vivido directamente la situación que les produce miedo.
Instrucciones verbales: Depende de qué información se da y quién la da. En la adolescencia es frecuente creer más a los amigos que a los propios padres.
Es por estas razones que debemos evitar en la medida de lo posible que los niños vivan situaciones de peleas, malos tratos o circunstancias que puedan tener gran impacto emocional. También es aconsejable que no vean películas o programas inadecuados a su edad ya que quizá aún no saben diferenciar la realidad de la ficción de forma correcta.


¿QUÉ HACER?

1- No obligar al niño a hacer aquello que teme. Tenemos que preparar un plan donde se aproxime de forma gradual, premiando los pequeños pasos y sin dar importancia a los retrocesos.
2- Vivir la situación con normalidad. Si nosotros estamos angustiados por la situación, hacemos de modelos del niño y aprende nuestras conductas de preocupación.
3- Actuar nosotros como modelos positivos, realizando la conducta a la que tiene miedo. Si el modelo es de la misma edad que el niño es más eficaz.
4- Evitar situaciones, juegos o películas violentas o de miedo. No hay que sobreproteger al niño, ya que el miedo forma parte de la vida pero su introducción y aceptación se debe hacer de forma paulatina y con la ayuda de los padres.
5- Utilizar técnicas de relajación adecuadas a la edad del niño
6- No castigar, reírse ni ridiculizar por sus miedos

Si los miedos llegan a afectar al funcionamiento general del niño en casa, en el colegio o en otros ámbitos, pueden ser tratados por un psicólogo mediante técnicas como la Imaginación Emotiva o la Desensibilización Sistemática. 

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